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Las PYMES que comercian

10 de julio de 2019 - 10:21

Sin dudas la caída de la actividad económica está sintiéndose fuerte en el consumo, sobre todo en la compra de bienes durables (electrodomésticos, vehículos, indumentaria, etc.).

Algunas medidas fiscales recientes buscan estimular las compras minoristas (Ahora 12, subsidio a la venta de vehículos), que se suman a las ya vigentes (como devolución del 50% en la compra con tarjetas del BAPRO).

¿Cuál es el impacto de la baja del consumo privado en la actividad comercial de las Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES) y que debiera esperarse para los próximos meses?

El comercio contribuye, de manera directa, con el 15,2% del valor agregado bruto de la producción del país (17,8% si se consideran sólo a las actividades privadas), generando aproximadamente 3,6 millones de puestos de trabajo (próximo al 20% del total de los puestos de trabajo).

Del total de empresas que hay en Argentina (cerca de 5 millones (1)), en torno al 30% lo hace en el sector del comercio, participación que en los últimos 10 años creció en 5 puntos porcentuales.

Las grandes empresas (de más de 200 empleados) contabilizan una fracción importante del empleo (23,2%), donde los hipermercados juegan un rol central.

Sin embargo, la actividad sectorial se concentra en las microempresas (de 1 a 9 empleos) que generan un tercio del empleo de esta rama de actividad.



La gran mayoría de las PYMES que operan en esta rama de actividad se dedican al comercio minorista tradicional (tiendas de barrio, kioscos, supermercados).

Este sector es uno de los actores económicos más relevantes por su significativa incidencia en la generación de riqueza y empleo y su rol esencial de aprovisionamiento de bienes y servicios de todos los sectores de la economía, por ello representa un eslabón dentro de cada una de las cadenas de valor.

La informalidad es muy elevada, en torno a 40% de las PYMES no están registradas, a la que se suman unos 20 mil manteros y más de 50 mil puestos en saladitas en todo el país.

La pérdida de más de 10 puntos porcentuales del ingreso real de las familias argentinas y el elevado desempleo que caracterizan la coyuntura económica actual impactó fuertemente sobre el consumo privado, fundamentalmente sobre los bienes de consumo durable (electrodomésticos, vehículos, electrónicos, bazar, indumentaria, calzado, juguetería, etc.), aunque no únicamente, ya que rubros básicos como el de alimentos y bebidas también registraron bajas importantes en sus volúmenes de venta.

La recesión se sintió fuerte en las PYMES que compiten en condiciones de desigualdad: i) enfrentan una gran informalidad del sector y; ii) tienen menos capacidad de realizar acciones promocionales respecto de las grandes cadenas. Esto último debido a que, por un lado, reciben menores ofertas de las industrias proveedoras y no disponen de flujo de caja para participar de promociones como el de devolución del 50% en compras con tarjeta BAPRO (cuyo costo es compartido con la entidad financiera).

Por otro lado, porque varias de las grandes cadenas ofrecen productos de marcas propias (“marcas blancas”) a precios por debajo del de productos similares de primera y segunda marca, ya que su margen de rentabilidad es mayor. Juega en sentido inverso el hecho de que los consumidores están en “modo ahorro” por lo que incrementó la frecuencia de compra (menos volumen por ticket de compra) lo que generalmente va asociado a un aumento de la participación en el mercado de los comercios tradicionales.

De acuerdo con los últimos datos de la CAME, por noveno mes consecutivo en junio las ventas minoristas disminuyeron en términos interanuales (-12,2%; -13,7% en los locales físicos y +0,4% en la modalidad online). En los primeros seis meses del año acumulan un descenso del 12,4%.



Las caídas anuales más profundas en junio se registraron en los rubros Calzado y marroquinería (-17,9%), Neumáticos y repuestos de autos y motos (-16,9%), Bazares y regalos (-16%), y Electrodomésticos, Electrónicos, Computación, y Celulares (-15,3%). En Alimentos y Bebidas, las ventas en cantidades bajaron 8,1% interanual.

A excepción de Alimentos y bebidas, todas las categorías registran bajas de dos dígitos en los primeros seis meses del año respecto a igual período del año anterior.

Calzados y marroquinería, Joyería, relojería y bijouterie, Electrodomésticos, electrónicos, computación y celulares, Muebles, decoración y textiles para el hogar, Bazar y regalos, Neumáticos y repuestos de autos y motos, Indumentaria y Juguetería y artículos escolares disminuyeron por sobre el promedio.

Alimentos y bebidas acumulan un descenso de 6,8%. Esta categoría estuvo fuertemente afectada por las caídas en las ventas de bebidas y donde las marcas de inferior calidad continúan ganando participación.



En el margen, las ventas minoristas recuperaron terreno en junio de la mano del cobro del aguinaldo, la mejora de los ingresos reales a partir del ajuste salarial por paritarias que ya comenzó a operar y las actualizaciones de las jubilaciones y pensiones y los planes sociales. La estabilidad cambiaria jugó un rol central en el impulso que cobró el consumo, así como la reactivación de planes de financiamiento como el Ahora 12.

Algunos eventos puntuales impulsaron las ventas en determinadas categorías como el frío que reactivó la venta de ropa de abrigo o el lanzamiento de un nuevo modelo de celular de Samsung.

Se prevé que se mantengan (y puedan potenciarse) varios de los factores que operaron favorablemente en la incipiente recuperación de las ventas minoristas. En este sentido, ayuda la ampliación e incorporación de nuevos rubros en la baja de tasas al 20% del programa "Ahora 12" (2) hasta el 31 de diciembre de 2019. Clave será que se sostenga el escenario de estabilidad cambiaria.

Esta tibia primavera en el consumo ya está siendo capturada por las expectativas de los empresarios PYME del comercio minorista que continuaron mejorando: el 41,5% de los comercios consultados espera que se recuperen las ventas en los próximos tres meses, cuando el mes anterior ese porcentaje fue 33,3% y en abril de 24,2%. Solo el 13,6% prevé que continúen en declive.

De acuerdo al Índice de Confianza del Consumidor (ICC) de la UTDT, en junio subió 11,2% con respecto al mes de mayo. En la comparación interanual, el índice muestra una mejora de 12,8%. El desempeño por componentes del ICC, distribución territorial y nivel de ingresos, se registraron mejoras mensuales en todas las agrupaciones.

Sin embargo, las recuperaciones más pronunciadas se dieron sobre las categorías que evidenciaron los deterioros más marcados en los meses previos: así creció con más impulso la confianza del consumidor sobre la compra de bienes durables e inmuebles, en el Gran Buenos Aires y sobre los estratos de menores ingresos.

Cabe señalar que la evaluación que hacen los consumidores sobre la macroeconomía está muy por encima de la que hacen respecto de su situación personal. Es decir, los consumidores perciben una mejora en la economía agregada que aún no se refleja plenamente en la economía del hogar.

Dicha distancia entre una y otra se ubica en niveles máximos y próximos a los observados en 2002. La historia señala que en la medida que el consumidor no perciba que su situación de mejora, el consumo privado no termina de repuntar.

 

(1) Considerando sociedades, autónomos y monotributistas.
(2) Se podrán comprar en 3, 6, 12 y 18 cuotas los 7 días de la semana incorporándose los rubros de pequeños electrodomésticos (pavas eléctricas, licuadoras, procesadoras, batidoras, tostadoras, entre otros) y el de perfumería (productos de cosmética, cuidado personal y perfumes nacionales).

 

Damián Di Pace es analista económico, autor del libro "Economía Pyme"

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