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El emprendimiento exitoso que mejora la manera de comer de los argentinos

En una entrevista con SOMOS PYMES Radio (La Red AM 910, domingos de 6 a 8 hs), Fernando De la Peña, fundador de Chez Momo, reveló cómo logró en poco más de una década llevar a la práctica la idea que pensó junto a su mujer.

La PYME nacional se encarga de producir pastelería saludable, productos sin azúcar, sin gluten y low carb, creados inicialmente para personas con diabetes y celiaquía.

Actualmente facturan 100 millones de pesos por año y abrieron durante la pandemia una fábrica en Villa Maipú, provincia de Buenos Aires.

La génesis de la idea

"Todo el proyecto empieza por la enfermedad de Valentina, que es mi esposa y socia. Ella tiene diabetes desde los 21 años, es insulinodependiente tipo 1", comentó De la Peña.

"Ella es colombiana; visitando su país descubrí hace unos años un proyecto muy interesante de una marca que hacía productos de pastelería sin azúcar", recordó.

"Cuando Valentina se mudó a la Argentina encontró que no existía ningún tipo de productos con estas características", relató el emprendedor.

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"Pese a desempeñarnos en diferentes ámbitos, en un momento ella me planteó la idea de hacer este proyecto a nivel local, algo que llevó un tiempo para convertir en realidad", mencionó.

Y graficó: "En su momento, un amigo colombiano con estudios y mucha experiencia en temas de pastelería nos ayudó para llevar adelante la idea. Los dos desarrollaron durante doce meses los productos en los procesos adecuados para lograr los resultados deseados".

"Un día convocamos a todos nuestros familiares para una degustación y la recepción fue buenísima. Y la idea se hizo realidad con el apoyo de todos ellos", resaltó el co-fundador de Chez Momo en el programa que conduce Christian Dátola.

Solucionando problemas

"Cuando pensamos el proyecto, establecimos que los productos debían ser sin azúcar, bajos en carbohidratos y sin gluten, esos son los pilares fundamentales de la compañía", explicó De la Peña.

"A lo largo les fuimos sumando condiciones aptas para otro tipo de consumidores que buscan un mayor consumo de proteínas y sin ingredientes lácteos", detalló.

"Durante la pandemia hicimos un quiebre y pasamos de ser una pastelería que vendía al público en un local de Palermo a tener una planta donde trabajan más de 12 personas, con una ingeniera alimenticia que es directora técnica de la empresa", resaltó el emprendedor.

"Esto fue fundamental porque desde ahí se abrieron otras posibilidades, y pudimos trabajar en nuevos procesos de calidad en prácticas de manufactura, con productos registrados, algo que nos permitió llegar a todo el país", subrayó.

"Hoy en día tenemos 400 clientes activos, como dietéticas, almacenes naturales, supermercados orgánicos y nutricionistas que se suman a heladerías, restaurantes, confiterías y cafés", graficó.

"También trabajamos con distribuidores nacionales la línea de postrecitos Momus, siempre manteniendo el trabajo manual que define a la marca", puntualizó el creador de la idea.

Y aclaró: "Los nombres de los productos parecen raros porque están inspirados en la tabla periódica de elementos químicos, que es algo fundamental en la pastelería".

Redacción: Mauro Torres

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